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 "Mi papá me decía su Vicuñita, que es una animal parecido a las llamas, que a pesar de ser frágil y tierno, es capaz de escalar altísimas y escarpadas montañas.”

De pelo castaño corto, al estilo garçone, facciones delicadas y un cuerpo delgado, Francisca es una joven que parece salida de los años veinte. Una flapper del siglo XXI, ella se pone vestiditos negros, cortos, de estructura cuadrada y ha tenido la fuerza para vivir sola y sacar adelante su propio negocio de styling, La Otra Anemona, estudiando al mismo tiempo.

“Su mamá, mi abuela Margot, también era una mujer muy creativa, artista, hacía unas esculturas increíbles.” Francisca vivió con su abuela un tiempo, cuando estaba pequeña: “Vivíamos en una casa de esas con jardín interior, estilo colonial. Yo la veía trabajar y el esposo de ella, José Luis o Tato, como le decíamos, me leía poemas desde muy pequeña y me enseñaba a recitarlos”. Si Francisca no hubiese estudiado Mercadeo de Moda, probablemente hubiese estudiado algo literario, “pero nunca me he sentido tan preparada para eso, quizá si hubiese tenido más tiempo con mi Tato, que era un hombre muy culto” me dice, buscando en una bolsa, con sus alargados dedos un libro. “Mi abuela era una persona muy fuerte y alegre, pero cuando se murió su esposo se disminuyó...  ella murió hace cinco años. Yo creo que la gente sí se puede morir de tristeza, de amor”.

El libro que sacó era un edición vieja de Breakfast at Tiffany’s, “ese fue el primer libro que me leí en inglés, me lo regaló mi papá y me siento identificada con el personaje de Holly Gollightly, pero más con la de la adaptación al cine que con la de Capote… La que él se imaginaba era más como una Marilyn”. Ella, que se inspira en mujeres liberadas de los sesentas y los veintes, no se siente identificada con el tipo de mujer como Marilyn y , sin embargo; su fragilidad, que se nota en sus ojos, en el hecho de que se siente insegura de sí misma, se parece a esa vulnerabilidad y melancolía que veía capote en Marilyn y que plasmó en la Holly de su libro.

Su papá también le regaló un muñeco de una llama, en un viaje que hicieron a Perú. “Me gusta porque me recuerda que mi papá me decía su Vicuñita, que es una animal parecido a las llamas, que a pesar de ser frágil y tierno, es capaz de escalar altísimas y escarpadas montañas.”¿Y tu mamá viajó con ustedes?, le pregunto. “No. Ellos se separaron cuando yo tenía cuatro años y como mi mamá vive lejos, yo he vivido desde entonces con mi papá, pero me siento más conectada con mi ella”.  

 

Por Adela Cardona 

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